De entrada hay que desconfiar. Los ciberdelincuentes se hacen pasar por proveedores, clientes o cualquier otro compañero de la empresa para recabar información.
En verano, la mayoría de las empresas baja el ritmo de actividad, pero los ciberdelincuentes no descansan. Muchos incluso hacen su agosto aprovechando elementos críticos como las contrataciones temporales o las conexiones en remoto a las redes corporativas.
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