Todos y cada uno de nosotros (y si estás leyendo esto, eso lo demuestra) lidiamos a diario con los ordenadores, y muchos lo hacemos sin apenas conocimientos informáticos. Las interfaces y herramientas son intuitivas y aprendemos a realizar tareas con ellas aunque no sepamos cómo funcionan tras el telón. Parte del secreto es su usabilidad. Son tan fáciles de usar que no reparamos demasiado en ellas ni su diseño. Pero si prestamos un poco de atención, descubrimos que hay detalles curiosos, formas y disposiciones que condicionan el uso que le damos a estos dispositivos y que son así porque alguien, una vez y por un motivo, decidió que lo fuesen.
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