Una coma de más, la falta de una respuesta o una broma mal entendida. Todos hemos vivido de una u otra manera las consecuencias de un correo electrónico en el que el mensaje es, por uno u otro motivo, mal interpretado. En realidad, tampoco es necesario que el malentendido sea generado por un texto en el que no se haya transmitido bien lo que se quería decir, sino que una falta de contestación, o bien que ésta sea lacónica, puede desencadenar una tormenta.
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