El salto generacional es creciente. Para cualquiera que haya nacido en la década de los 60 o los 70, explicar a un adolescente que en su juventud ni siquiera había móviles supone todo un reto, pero tampoco podrá cantar victoria si cree que basta con tener cuenta en Facebook y en LinkedIn para estar al día. Los más jóvenes tampoco comprenden realmente la utilidad de ciertas redes, y la brecha generacional se mantiene a lo largo del tiempo.
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