Seguramente alguno de ellos te suene. Tal vez te hayan entrado por un oído y te hayan salido por el otro. Pero no por ello dejan de ser costumbres erróneas que conviene ir cambiando. Algunas las realizamos de cuando en cuando, como ponerse el ordenador sobre el regazo (con la mala postura que conlleva), reusar contraseñas (un riesgo de seguridad innecesario) o usar el móvil en la mesa (por mucha confianza que tengas con los comensales sigue siendo de mala educación).
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