Lo primero que vio la luz fue un viejo joystick de Atari. Lleno de polvo, aun conservaba su fina palanca de control y su característico botón rojo. Un grito de júbilo estalló entonces entre el centenar de personas que seguía ayer en directo la exhumación en Alamogordo (Nuevo México). El hallazgo del controlador de la consola Atari 2600 hacía presagiar que estaban en la pista correcta. Efectivamente, pocas horas después, salían a la superficie los primeros cartuchos de E.T. el extraterrestre, el videojuego enterrado bajo una gruesa capa de cemento y hormigón hace 32 años por Atari tras un sonoro fracaso comercial. Se cierra así uno de los capítulos más míticos de la historia negra de los videojuegos.
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