Apple cumple 40 años. La compañía está en plena actualidad, porque sigue demostrando músculo para la innovación. Probablemente, sus responsables estén ahora persiguiendo the next big thing, el nuevo dispositivo o servicio que marque el camino al resto. Según Elpais.com, «quizás sea la compañía que mejor representa los tiempos que vivimos». Lo explican hoy en un artículo: «La empresa de la manzana es hoy un icono de la modernidad líquida de la que hablaba Zygmun Bauman, del consumo fácil, del culto a lo bello, del informarse cada segundo para olvidarse cada instante». Para quienes quieran saber más sobre las agitadas y apasionantes cuatro décadas de historia de Apple, la bibliografía es extensa, y hay una película, Steve Jobs, que acierta al captar el espíritu de la empresa de la manzana.
Los nativos digitales, quienes adquirieron uso de razón cuando internet había dejado de ser una herramienta al alcance de unos pocos, son grandes usuarios de Apple y de otras marcas que han sabido interpretar la forma en que las personas desean relacionarse con los contenidos y con la tecnología. En un interesante artículo, Desmontando a la generación Z, ITespresso ayuda a entender a esta generación soñadora y tecnófila. Concretamente, se detienen en la generación Z, que «incluye a todos aquellos nacidos entre el 94 o 95 y el 2010».
Deseamos subrayar la evolución de un sector que cuenta con muchos adeptos entre la generación Z: los videojuegos. Según la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), en 2015 el sector facturó 1.083 millones de euros, un 8,7% más que un año atrás. Y, como curiosidad, no podemos dejar de destacar un contenido de FayerWayer sobre la propuesta de dos astrónomos de la Universidad de Columbia para ocultar la Tierra a hipotéticos alienígenas con un sistema de rayos láser. Se trataría de camuflar nuestro planeta para evitar visitas indeseadas. La noticia ha creado un revuelo por lo que no se dice explícitamente, por lo que llega a sugerir tal propuesta: que otras civilizaciones podrían estar ocultándose, motivadas por los mismos miedos que abrigan estos científicos de Columbia.