Parece que el ritmo de obsolescencia de productos y tecnologías sea cada vez más rápido: no acabamos de dar la bienvenida a una novedad, que ya la estamos jubilando. En el siglo XX, esos recambios no eran tan rápidos ni tan contundentes. Ahora la transformación de las tecnologías de consumo es trepidante, lo que lleva a que, a veces, los consumidores nos precipitemos. Algo así pasa con las cámaras de fotos digitales, que muchos usuarios han descartado porque ahora cuentan con un smartphone de última generación equipado con cámara de fotos. “Pero si ya llevo cámara en el móvil, ¿para qué llevar encima otro dispositivo?”, razonan (de forma errónea) algunos. Pues bien, por muy portentosa que sea la cámara de nuestro móvil, nunca será capaz de hacer las fotografías que haríamos con una cámara digital. Para hacer una foto espontánea sin mayores ambiciones, un smartphone cumple la misión con creces. Pero si queremos hacer buenas fotos, debemos echar mano de una cámara. Un smartphone no puede sustituir a una cámara digital, algo que conviene tener muy en cuenta ahora que se acercan las vacaciones de Semana Santa y quizás planeamos hacer algún viaje o alguna actividad merecedores de ser inmortalizados. ¿Quién no ha volcado las fotos del smartphone en el ordenador y se ha llevado una decepción al ver la calidad de las imágenes en la pantalla del PC?
La gran diferencia entre la cámara de un móvil y una cámara de fotos digital no tiene que ver con el número de megapíxeles. En ese ámbito las cámaras de los móviles han avanzado mucho. Ahora bien, hay otras características de mucha importancia en las que los móviles no dan la talla de ninguna manera: la óptica, el sensor y el software de la cámara.
Vayamos por partes. La óptica: la mayoría de las ópticas de smartphone no cuentan con autofoco o zoom óptico. Y sólo un modelo de teléfono inteligente, el Nokia Lumia 808 PureView, lleva una óptica decente (no un trozo de plástico), comparable a la de las cámaras de fotos digitales. Pero esa óptica tan buena de este modelo de Nokia implica lo que algunos percibirán como desventaja: de perfil, en la parte donde va la óptica, el móvil es sensiblemente más grueso. Si hablamos del sensor (capta la luz), tenemos que decir que su calidad es inferior en los smartphones. Y con el software pasa lo mismo: los softwares de las cámaras de fotos digitales han sido diseñados por fabricantes especializados en cámaras de fotos digitales, de ahí que hagan un mejor trabajo, lo que al final también acaba repercutiendo en la calidad de la imagen.
En resumen, si queremos hacer fotos bonitas y de calidad, no nos la juguemos con nuestro superpoderoso smartphone. Recuperemos la cámara digital que habíamos arrinconado, o adquiramos una nueva. ¡Larga vida a las cámaras de fotos digitales!
Albert Loran
Product manager de fotografía digital en BEEP
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