Que los más pequeños se manejan como cualquiera de nosotros con los dispositivos móviles es una realidad que no podemos obviar; pues, evidentemente, los menores no están preparados para enfrentarse a los mismos contenidos que los adultos ni tampoco a las mismas posibilidades de uso (nos estamos refiriendo a la gestión del tiempo que pasan delante de la pantalla, por ejemplo).
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